Gambito de Dama y la Visualización Espacial. Por Nicola Nigro

Cuando de niños nos tocó jugar sin juguete, la imaginación se hacía protagonista. Es cierto que necesitamos tocar, explorar y, mirar, pero cuando no se cuenta con este recurso, la mente nos lleva a experimentarlo a través de la ilusión.

En la popular serie de Netflix Gambito de Dama, la protagonista Beth Harmon, apela a este generoso recurso de su imaginación, para poder jugar al ajedrez, a falta de un tablero. Mucho se ha analizado acerca del efecto que podría haber causado la ingesta de sedantes en la imaginación de la niña. Algunos aseguran que se trata de una pastilla muy usada en los años 50 y 60, la benzodiacepina, cuyos efectos se pasean por la somnolencia, sedación, ataxia, disartria, astenia muscular, amnesia vértigo, malestar estomacal, visión borrosa entre otras secuelas que nada nos dicen de ese derroche de representación mental.

Y vemos entonces, como al final de la serie, Beth logra visualizar el tablero sin haber consumido la pastilla verde.   

Entonces podemos deducir que Beth poseía una capacidad conocida como inteligencia espacial, mediante la cual una persona visualiza ideas o imágenes mentales desde diferentes ángulos. Es capaz de pensar en tres dimensiones y comprender la forma de las figuras o del espacio.

Lo más interesante de todo esto, es que, si nos estamos preguntando, ¿Cómo se puede desarrollar la inteligencia espacial? Pues resulta que podemos entrenar para ello, e ir mejorando mediante la práctica.

Y es que hay actividades que se relacionan de manera directa con el desarrollo de esta capacidad, y por supuesto el ajedrez es de las más apropiada. Resulta que visualizamos constantemente el tablero, intentando predecir los movimientos contrarios. Los ajedrecistas somos capaces de crear un sinfín de combinaciones espaciales en nuestras mentes, y esta capacidad se acrecienta en tanto y en cuanto vamos sumando horas de entrenamiento.

La inteligencia espacial es la capacidad de anticiparnos a los acontecimientos, de prever el resultado de los movimientos de las piezas sin moverlas.

Y a este recurso apelamos cuando jugamos partidas a ciegas. Nuestro cerebro es sometido a un entrenamiento de inteligencia espacial cada vez que recordamos los patrones posicionales.