Ella es María, la que anduvo el país arriesgando su vida y la de su Hijo.
Cada varón debía empadronarse en su lugar de origen. José era de Belén, y María fue con él.
El César, quien ordenó el censo, hizo cumplir el dicho de Miqueas: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad" (Miq. 5:2). El Mesías nacería en Belén.
Ella es María, la que no halló lugar en el mesón, porque el corazón humano se cierra ante los pobres, y tuvo que parir en un establo. Ella es María, la que enseñó a su Hijo las primeras lecciones de la Ley, la que lo vio crecer, la que lo vio partir a forjar su destino.
Ella es María, la que no comprendía la oposición del Hijo ante los “sabios” de Jehová, la que lo vio cargar la cruz, en espera de la liberación que no llegó, la que miró los clavos desgarrarle las manos y, horrorizada, fue apartada del cuerpo que se quemaba en fiebre y se bañaba en sangre. Ella es María, la que al tercer día se llevó una sorpresa, la más grata de la historia: su Hijo resucitó. La muerte fue conquistada, y el pecado ya no fue más el lazo de los hombres.
A María pocos la ubican donde Dios la coloca. Unos ven mérito en su privilegio y la consideran divina y preexistente, como una cuarta persona de la Deidad. Pero la Escritura solo reconoce a tres personas divinas unidas en un solo Dios verdadero: “Hay un solo Dios...". También la ven como abogada y sacerdotisa con su Hijo, pero San Pablo añade: “Y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Tim. 2:5). Ella misma se reconoce “sierva” del Altísimo y, por contraste, admite su “bajeza", es decir, su condición humana (Luc. 1:48). María sabe que necesita un Salvador (vers. 47).
Otros la rebajan. Son miopes ante su aporte a la historia religiosa y secular. Pero ella es bienaventurada sin ser diosa o algo parecido. El vientre de María fue el primer altar para el Dios encarnado; su pecho, su primer alimento; su palabra, su primera enseñanza; su amor, la primera respuesta humana a su encarnación redentora.
Alfredo Campechano
Humility
Thursday, December 26
Young boys "My spirit rejoices in God my Savior." Luke 1:47
She is Mary, who walked the country risking her life and that of her Son.
Each male should register in his place of origin. Joseph was from Bethlehem, and Mary went with him.
Caesar, who ordered the census, enforced the saying of Micah: “But you, Bethlehem Efrata, small to be among the families of Judah, from you will come the one who will be Lord in Israel; and his departures are from the beginning, from the days of eternity "(Miq. 5: 2). The Messiah would be born in Bethlehem.
She is Mary, who found no place in the inn, because the human heart closes before the poor, and had to give birth in a stable.
She is Mary, the one who taught her Son the first lessons of the Law, the one who saw him grow, the one who saw him depart to forge his destiny. She is Mary, who did not understand the opposition of the Son to the “wise men” of Jehovah, who saw him carry the cross, awaiting the release that did not come, who looked at the nails to tear his hands and, horrified, was away from the body that burned in fever and bathed in blood. She is Mary, the one who got a surprise on the third day, the most pleasant story: her Son was resurrected. Death was conquered, and sin was no longer the bond of men.
A few place Mary where God places her. Some see merit in their privilege and consider it divine and preexisting, as a fourth person of the Deity. But Scripture only recognizes three divine people united in one true God: "There is only one God ..." They also see her as a lawyer and priestess with her Son, but St. Paul adds: "And only one mediator between God and men, Jesus Christ man "(1 Tim. 2: 5). She herself recognizes herself as" servant "of the Most High and, by contrast, admits her" baseness ", that is, her human condition (Luke 1:48). Mary knows that she needs a Savior (verse 47).
Others lower it. They are nearsighted before their contribution to religious and secular history. But she is blessed without being goddess or something similar. The womb of Mary was the first altar for the incarnate God; his chest, his first food; his word, his first teaching; his love, the first human response to his redemptive incarnation.
Humildad
Jueves, 26 de Diciembre
Jóvenes
«Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.»
Lucas 1:47.
Ella es María, la que anduvo el país arriesgando su vida y la de su Hijo.
Cada varón debía empadronarse en su lugar de origen. José era de Belén, y María fue con él.
El César, quien ordenó el censo, hizo cumplir el dicho de Miqueas: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad" (Miq. 5:2). El Mesías nacería en Belén.
Ella es María, la que no halló lugar en el mesón, porque el corazón humano se cierra ante los pobres, y tuvo que parir en un establo. Ella es María, la que enseñó a su Hijo las primeras lecciones de la Ley, la que lo vio crecer, la que lo vio partir a forjar su destino.
Ella es María, la que no comprendía la oposición del Hijo ante los “sabios” de Jehová, la que lo vio cargar la cruz, en espera de la liberación que no llegó, la que miró los clavos desgarrarle las manos y, horrorizada, fue apartada del cuerpo que se quemaba en fiebre y se bañaba en sangre. Ella es María, la que al tercer día se llevó una sorpresa, la más grata de la historia: su Hijo resucitó. La muerte fue conquistada, y el pecado ya no fue más el lazo de los hombres.
A María pocos la ubican donde Dios la coloca. Unos ven mérito en su privilegio y la consideran divina y preexistente, como una cuarta persona de la Deidad. Pero la Escritura solo reconoce a tres personas divinas unidas en un solo Dios verdadero: “Hay un solo Dios...". También la ven como abogada y sacerdotisa con su Hijo, pero San Pablo añade: “Y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Tim. 2:5). Ella misma se reconoce “sierva” del Altísimo y, por contraste, admite su “bajeza", es decir, su condición humana (Luc. 1:48). María sabe que necesita un Salvador (vers. 47).
Otros la rebajan. Son miopes ante su aporte a la historia religiosa y secular. Pero ella es bienaventurada sin ser diosa o algo parecido. El vientre de María fue el primer altar para el Dios encarnado; su pecho, su primer alimento; su palabra, su primera enseñanza; su amor, la primera respuesta humana a su encarnación redentora.
Alfredo Campechano
Humility
Thursday, December 26
Young boys "My spirit rejoices in God my Savior." Luke 1:47
She is Mary, who walked the country risking her life and that of her Son.
Each male should register in his place of origin. Joseph was from Bethlehem, and Mary went with him.
Caesar, who ordered the census, enforced the saying of Micah: “But you, Bethlehem Efrata, small to be among the families of Judah, from you will come the one who will be Lord in Israel; and his departures are from the beginning, from the days of eternity "(Miq. 5: 2). The Messiah would be born in Bethlehem.
She is Mary, who found no place in the inn, because the human heart closes before the poor, and had to give birth in a stable.
She is Mary, the one who taught her Son the first lessons of the Law, the one who saw him grow, the one who saw him depart to forge his destiny. She is Mary, who did not understand the opposition of the Son to the “wise men” of Jehovah, who saw him carry the cross, awaiting the release that did not come, who looked at the nails to tear his hands and, horrified, was away from the body that burned in fever and bathed in blood. She is Mary, the one who got a surprise on the third day, the most pleasant story: her Son was resurrected. Death was conquered, and sin was no longer the bond of men.
A few place Mary where God places her. Some see merit in their privilege and consider it divine and preexisting, as a fourth person of the Deity. But Scripture only recognizes three divine people united in one true God: "There is only one God ..." They also see her as a lawyer and priestess with her Son, but St. Paul adds: "And only one mediator between God and men, Jesus Christ man "(1 Tim. 2: 5). She herself recognizes herself as" servant "of the Most High and, by contrast, admits her" baseness ", that is, her human condition (Luke 1:48). Mary knows that she needs a Savior (verse 47).
Others lower it. They are nearsighted before their contribution to religious and secular history. But she is blessed without being goddess or something similar. The womb of Mary was the first altar for the incarnate God; his chest, his first food; his word, his first teaching; his love, the first human response to his redemptive incarnation.
Alfredo Campechano