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I love the hummingbirds that I see shaking their royalty with the simple sparrow that illuminates life, although many do not understand it and reject it because of its opaque mirror of feathers. I have seen them fraternize but never making war, majestic winged together in the short space of a dry branch to look at the universe. Wise, prudent, they walk without waking up noises, so as not to disturb our daily environments insufficient and rough, disconnected, impious and unfaithful.
END
a veces compilado.
Las voces, las miradas, los saludos y los encuentros amables son la verdadera condición de las personas especiales que hacen que la vida cotidiana sea agradable.
Me encantan los colibríes que veo sacudiendo su realeza con el gorrión simple que ilumina la vida, aunque muchos no lo entienden y lo rechazan por su espejo opaco de plumas. Los he visto fraternizar pero nunca hacen la guerra, majestuosos alados juntos en el corto espacio de una rama seca para mirar el universo. Sabio, prudente, caminan sin despertar ruidos, para no molestar a nuestro entorno cotidiano insuficiente y áspero, desconectado, impío e infiel.
Dos brazos en cruz me dieron la ruta de aquellos que mueren por la avaricia extrema que arma los poderes y el sable sin rostro, acomodando para saborear su reino en el mundo. Soy analfabeto, el cartonero, el que cultiva la tierra incluso libre de la pustula de los terratenientes, de los burócratas que amasan dinero para las ratas. Cuando pienso que debo revertir el sentido liberador de mis papeles, los devuelvo a su origen, a la tierra, a los árboles, al silencio. Los derramo como el rocío en las laderas que encuentro en el paso, aunque escapan definitivamente a mi dominio. El murmullo del cielo no se marchita, son las voces de sus habitantes tan cercanas, las tuyas, las mías. Es la brisa que alivia la canción que queda de los granjeros y los trabajadores constituyeron los sirvientes de sus terrones y sus herramientas. Historia reciclada en el libreto de los inventores de la segregación, dueños de armas siempre listas para ofender o eliminar. Lo siento, me verás pasar de una mirada sumisa, pero no humillada. Mi exterior es una apariencia real donde la debilidad no habita. Creo que la fortaleza es un escudo interior, que no se exhibe, como un charlatán de feria adornaría sus virtudes. Es un secreto que se manifiesta cuando el reflejo es recíproco, allí donde el abrazo será brote, causa y razón.
FIN